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El toreo de Morante en otro petardo más de Juan Pedro

  • Murciégalo
  • 13 oct 2022
  • 3 Min. de lectura

El toreo de Morante de la Puebla en otro petardo más de Juan Pedro Domecq. El torero cigarrero, en su corrida número 99 de la temporada, se inventó una sensacional faena llena de arte a un medio toro y cortó una oreja. Urdiales aprovechó el ejemplar con más opciones de la tarde para pasear otra oreja y Talavante, con un lote muy deslucido, estuvo desaparecido y fue abroncado.


La temporada del hierro de Juan Pedro Domecq debería de servir para que no volviera a aparecer durante un buen tiempo por las principales ferias. Animales que apenas se mantienen en pie, sin fuerza ni raza, que imposibilitan el espectáculo. Así fue la corrida de Zaragoza, con lleno de “no hay billetes” en los tendidos y un nuevo bochorno ganadero en el ruedo. Los toros de Juan Pedro, de escaso trapío, resultaron blandos, desrazados y sin entrega ni fondo. Los tres primeros y el sexto no dieron juego alguno. El cuarto aguantó algo más y el quinto, fue el único que embistió por sí mismo y tuvo más duración.



Morante de la Puebla bordó el toreo en el cuarto de la tarde, cuando parecía que el festejo no podía remontar debido al nulo juego de los astados. Tras mandar regar el ruedo y cuidar mucho a su oponente, fue creando una obra basada en el temple, la estética y la torería, acertando con las distancias y altura que el toro pedía. Vio toro donde nadie lo veía y metió rápidamente al público en la faena, que la seguía con entusiasmo. Comenzó con unos ayudados por alto torerísimos, seguidos de varias tandas con la derecha. Aunque fue al natural cuando puso a los tendidos en pie, con varios de ellos sublimes. Mató de estocada y paseó una muy meritoria oreja. En el primero de la tarde tuvo que abreviar ante un animal demasiado flojo.


Diego Urdiales también saldó su comparecencia en la Feria del Pilar cortando una oreja. Lo hizo en el quinto de la tarde, aprovechando las embestidas más alegres de la corrida. La faena del riojano fue de menos a más, tratando de llevar largo al animal y de ligar los muletazos. Los mejores llegaron al final, con la mano izquierda y con un clasicismo y sabor marca de la casa. Un cierre de faena muy torero que le sirvió para que el público premiara su labor con un trofeo. Anteriormente, poco pudo hacer frente a un inválido que perdía constantemente las manos.


Alejandro Talavante regresaba a Zaragoza cuatro años después de su retirada de los ruedos en esta misma plaza. Su vuelta fue una gran decepción, al igual que toda su temporada, aunque el público maño lo esperaba con mucha expectación. En el segundo de la tarde hacía su aparición, dejando un quite por chicuelinas, que sería único destacable de su pésima tarde. Posteriormente, se topó con un toro inválido y deslucido, con el que no se entendió. Aunque lo peor llegaría con el sexto. Sin ganas, sin alma, sin entrega y sin ideas decidió abreviar, recibiendo una importante bronca del respetable, que no veía por ningún lado ni rastro de aquel torero excepcional de hace cuatro años.


La “juanpedrada” fue infumable de principio a fin. Una corrida impropia de una plaza como Zaragoza, con animales que daban pena ya de salida. Tan sólo Morante levantó por un momento una tarde desesperante. Al finalizar el festejo, los aficionados, hartos de la feria vivida, se hacían escuchar al grito de ¡Zúñiga, vete ya!


NOTAS: Morante de la Puebla 8, Diego Urdiales 5, Alejandro Talavante 2.

 
 
 

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